MITO Y CONCEPTO DEL SANTO GRIAL

MITO Y CONCEPTO DEL SANTO GRIAL

Una vez superado el Año Mil y ya adentrados en la época de las grandes Cruzadas en Oriente Medio, Europa sale reforzada y revitalizada con nuevos valores procedentes del estrecho contacto con las distantes tierras orientales y muy en particular con el poderoso mundo islámico.

Texto y fotos: JAUME CLUET

Atrás quedan la lejana desaparición del imperio romano y su anterior dominio sobre el vasto Mediterráneo, así como la posterior caída de tan extenso imperio y la consiguiente aparición de los inestables interregnos de las invasiones bárbaras que darán nacimiento al posterior auge temporal del imperio carolingio, el cual acabará también desintegrado en distintos reinos cristianos, coincidiendo en el tiempo con el final del Primer Milenio, así como con un presunto final apocalíptico del Año Mil y la inexorable predicación de la segunda venida del Mesías.

Las Cruzadas coinciden también con una época compleja y turbulenta, ya que coincide con la eclosión de peligrosas herejías en relación con la ortodoxia férrea y excluyente de la iglesia cristiana romana, pero que en cambio van a permitir inaugurar un nuevo tiempo con nuevos contactos y nuevas inquietudes. Así la aparición de los relatos y novelas del Ciclo del Santo Grial saciaron el interés por los antiguos mitos que prepararon a la sociedad occidental para dar un salto radical en el ámbito espiritual. Surgen nuevos bardos, más allá del lejano ámbito gaélico insular, transformados en juglares, trovadores y conteurs de nuevas historias que se explican en las cortes caballerescas o las cortes de amor repartidas por la Inglaterra anglo-normanda, Anjou, Flandes, Champagne, Lorena, Aquitania, Provenza y Catalunya, siendo auspiciadas por importantes damas como Leonor de AquitaniaMaría de Francia o María de Champaña. Hasta aquel instante, las dos principales fuentes de relatos y epopeyas populares habían sido el antiguo Ciclo Romano que se basaba en la vieja literatura de los clásicos latinos, o el Ciclo Francés que se refería a los Cantares de Gesta de Carlomagno, con el famoso Roldán y el más desconocido Guillermo de Orange. En este justo instante, la aparición de este llamado nuevo Ciclo Bretón o Ciclo del Grial, cautivó plenamente al auditorio caballeresco medieval ya que se basaba en lo maravilloso, lo enigmático y lo sobrenatural que luego se mezcló con tendencias orientales, gracias sobretodo a las obras de Parzival de Wolfram von Eschenbach y El joven Titurel (Der Jüngeren Titurel) de Albrecht von Scharfenberg.

El símbolo griálico posiblemente sea unos de las insignias más antiguas de la humanidad ya que surge de una amalgama de diversos emblemas. En la configuración de su imagen podemos encontrar trazas variopintas que proceden de épocas pretéritas rupestres, de la mitología clásica greco-latina, de la antigua tradición celta, de remotos panteones orientales, de viejas tradiciones herméticas egipcias, de la iconografía cristiana, del hermetismo alquímico medieval, del ámbito cabalístico judaico y del misticismo sufí musulmán. Aún así no está probada objetivamente su existencia desde que en Occidente, en plena Edad Media, empiezan a difundirse a través de distintos relatos escritos a principios del siglo XII bajo un tamiz claramente cristianizado. Desde entonces continua ejerciendo una fascinación sobre todas aquellas personas que entran en su esfera de influencia. No obstante, todos se muestran de acuerdo en que se trata de algo misterioso y profundo, algo insólito a cuya búsqueda quizás valga la pena dedicar grandes esfuerzos, aún sabiendo que pueda resultar infructuosa. Mientras otras alegorías y leyendas con el transcurrir de los tiempos fueron cayendo o disipándose en el olvido, no ha habido tras estos 800 años, sorprendentemente, un mito que haya hechizado tan a fondo un amplio público.

Los símbolos del Grial son múltiples y diversos. Entre ellos encontramos el vasoo cuenco sagrado que es fuente de poder en diversas culturas y civilizaciones. Desde illo tempore la humanidad se ha imaginado el cielo como un cuenco invertido en el que el Sol y la Luna infunden la fuerza vital de la que emanan bebidas mágicas. Un claro ejemplo de ello es el relato del dios hindú Indra quien roba el fuego del Sol y también la bebida lunar llamada Soma, portando asimismo una lanza con la cual esparce la fertilidad sobre la tierra estéril. Dicha hazaña es similar a la realizada por el héroe griálico Percival quien cura al Rey Tullido permitiendo transformar el páramo terrestre en una tierra rejuvenecida. Otro modelo similar viene dado por la crátera que viene a simbolizar una especie de matriz divina en la que el misterioso Demiurgo platónico aglutina los diversos elementos de la creación para convertirla así en un recipiente de vida. Asimismo, otra representación muy importante es la piedra que en el Parzival se conoce con el enigmático nombre de lapsit exillas que quizás equivale a una joya o esmeralda celestial aunque tal vez, sólo se refiera a la arquetípica idea de la Piedra Filosofal de los alquimistas o de las recónditas Tablas Esmeraldas de los tratados herméticos.

La búsqueda del Grial realmente nunca termina ya que es una renovación permanente. En la actualidad, como en los tiempos en que se escribieron todas estas leyendas, siguen constituyendo un símbolo de enorme riqueza, aunque su significado y sentido pueda resultar de entrada tan enigmático como en aquellos tiempos. Tras esa búsqueda se vislumbran, en realidad, diversas facetas que abarcan el logro del perfecto equilibrio de la polaridad masculina-femenina (el mito del andrógino), así como una autorrealización metafísica y una plenitud interior que va ligada con la unión con el mundo divino más allá de la existencia humana. Pero para alcanzar dicho logro, el Mito del Grial realza la figura femenina, senda o vía a través de la cual el héroe debe rescatar el culto ancestral a la Madre Tierra o la antigua Diosa Madre, ya que además de los diversos héroes masculinos encontramos en todos estos relatos la figura de la mujer caracterizada como doncella, ninfa o maga. En el sentido más estricto, el Grial pertenece a los territorios inexplorados del alma y de la psique humana. De tal manera, es necesario que el ser humano pueda comprender la función del alma (lo inconsciente), la parte intuitiva y emotiva, como determinante para alcanzar una totalidad o finalidad más elevada (lo consciente). La búsqueda del Grial es, en definitiva, una introspección hacia el Todo o, mejor dicho, la búsqueda del Paraíso Perdido.

ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA LEYENDA

Si a principios del siglo XII la leyenda del Grial era prácticamente desconocida en Europa, a finales del siglo XIII ya estaba implantada en diversas capas sociales (nobles, eclesiásticos, trovadores…). Su aparición y eclosión se desarrolla a lo largo de unos 150 años con una consistencia sólida a pesar de la diversidad de mitos que engloba. Evidentemente, en Europa se consolida preferentemente como símbolo complementario de la doctrina cristiana dominante que se funde con este ambiente exótico caballeresco que promueve la imaginación legendaria occidental.

Sin embargo, tal como hemos resaltado, esta maravillosa leyenda la podemos rastrear en otros ámbitos de distintas mitologías de todo el mundo y, muy particularmente, en el mundo islámico oriental más cercano en aquel tiempo, es decir, en las vecinas tierras allende los Pirineos. En los territorios del resplandeciente Al-Andalus musulmán que abarcaba distintos territorios de la antigua Hispania encontramos la sabiduría oriental focalizada o centrada en la ciudad de Toledo como centro difusor del saber y auténtico crisol de la cultura medieval (sin olvidarnos de Palermo, en la isla de Sicilia), que conlleva la existencia de escuelas o cofradías arcanas como la que nos describe Wolfram von Eschenbach bajo el misterioso y revelador epígrafe de Flegetanis donde Kyot el provenzal, aprende y traslada dicho conocimiento hacia las tierras del centro de Europa.

Parece ser que Kyot el provenzal, instructor del propio Wolfram tal como él mismo lo relata, encontró antiguas trazas del mito del Grial procedentes de tierras hispánicas orientales significativamente diferentes de las ya conocidas fuentes bretonas y atlánticas, con connotaciones astronómicas y zodiacales veladas bajo el enigmático nombre de Flegetanis. Así, en esta época la cultura sapiencial judía y musulmana irradiaban el extraordinario florecimiento del mundo espiritual de la Cábala y de las enseñanzas de la filosofía sufí del lejano Oriente procedentes de notables maestros como Rabia de BasoraRumi o Yahya Sohrawardi, así como de los maestros propiamente andalusíes como Ibn Masarra e Ibn Arabi.

Por el contrario, en pleno comienzo del siglo XIII Europa estaba inmersa en una agitada persecución y aniquilación de la disidencia heterodoxa del cristianismo cátaro auspiciada preferentemente por los dominicos. Al mismo tiempo que los trovadores y sus exóticas cortes de amor serían objeto también con el paso del tiempo de escarnio por parte eclesial, erradicando así la libertad religiosa e intelectual que se intentaba implantar en aquella Europa medieval. Todo ello sucedía coetáneamente con el desarrollo y consolidación de la todopoderosa Orden del Temple en Tierra Santa y de sus múltiples sedes en Occidente. Éste es el movido telón de fondo con que se encuentra Wolfram von Eschenbach que va a reflejar en su notable obra Parzival, una rica y extraordinaria influencia de la poesía amorosa islámica y occitana, la filosofía sufí, las tradiciones cabalísticas hebreas, el esoterismo cristiano, la simbología alquímica… En definitiva, la obra de Wolfram mezcla dos entornos complementarios, por un lado, el exótico mundo bretón y artúrico plenamente cristianizado y, por otra parte, las ideas espirituales procedentes del ámbito oriental. Galván y Parzival, sus dos grandes personajes, son mellizos: el primero representa el héroe terrenal de la Tabla Redonda y el segundo el caballero místico y perfecto de la Hermandad del Santo Grial (la dualidad en la caballería mundanal – caballería espiritual).

¿De dónde proceden pues, estas influencias orientales del Santo Grial que encontramos en la literatura medieval caballeresca? Entre ellas hallamos la misteriosa leyenda del lejano reino del Preste Juan considerado tanto rey como patriarca protector de la religión cristiana desde los antiguos tiempos del apostolado de Santo Tomás en tierras orientales. Así, el obispo Hugo de Zabala en el año 1145 presenta ante el Papa de Roma una presunta crónica de la victoriosa campaña del presbítero Juan contra los musulmanes en tierras lejanas de la India que causa una sorprendente conmoción en Occidente, ya que hasta entonces las noticias recibidas solían ser de derrotas sufridas frente al imperio del islam.

La existencia de este sorprendente reino cristiano oriental, que nunca jamás hasta entonces se había sospechado, supuso una grata sorpresa puesto que permitía infundir esperanza y coraje a los reinos cristianos occidentales en su lucha contra los infieles mahometanos. Evidentemente, todas estas descripciones fantásticas de un supuesto reino cristiano oriental fueron producto más bien propio de una invención literaria, aunque en realidad, el Preste Juan también pudo haber sido algún antiguo monarca de la Etiopía cristiana copta.

Curiosamente, un descubrimiento inesperado de la arqueología moderna en el año 1937, a través de una expedición del Instituto Americano de Arte y Arqueología en Persia, permitió descubrir los restos de un sorprendente palacio llamado Takt-i-Taqdis o Trono de los Arcos de la época del rey sasánida Cosroes II, correspondiente al siglo VII de nuestra era actual cuyo emplazamiento se conoce actualmente bajo el nombre de Takht-e-Soleyman (El Trono de Salomón) o de la actual Shiz en lengua árabe, a 45 Km de la ciudad de Takab (provincia del Azerbaiyán iraní), situada a una altitud de 2.200 metros sobre el nivel del mar. Este antiguo emplazamiento corresponde también a un antiguo templo, circundado por un pequeño lago de aguas termales de primitivo culto zoroastriano donde se veneraba el fuego sagrado, cuyo lugar actualmente, se halla bajo protección patrimonial de la UNESCO. En su obra El Joven Titurel (Der Jüngeren Titurel) Albretch von Scharfenberg relata la visión del Templo del Grial que estaba construido en lo alto de una colina rodeada de agua como centro del mundo y equivalente al soñado Paraíso. Lo más probable es que Albrecht tomara como modelo para su Templo del Grial este emplazamiento de Takht-e-Soleyman que fue arrasado por el emperador bizantino Heraclio en lucha contra el sasánida Cosroes II, quien con anterioridad había atacado Jerusalén y se había llevado la preciada reliquia de la Santa Cruz, episodio que aparece recogido en diferentes crónicas medievales.

Asimismo a orillas del lago Hamun, en la región iraní de Sistán, también existió otro templo de tradición zoroastriana y maniquea llamado Kuh-i-Chwadcha que se considera la montaña de los Reyes o de Dios, uno de los santuarios parsis más venerables y de mayor antigüedad que Jerusalén, Roma o la Meca. Dicho lugar se suele relacionar con el polémico arquetipo de Muntsalvach o Munsalvaesche, símil espiritual del Reino del Preste Juan o la montaña polar iniciática. En definitiva, vendría a ser como una especie de enclave legendario del Santo Grial que abarca la alegoría mística de la montaña iniciática o el límite entre lo visible y lo invisible tal como nos relata el Parzival de Wolfram von Eschenbach. La influencia de estas lejanas leyendas parsis o maniqueas pueden también rastrearse en el corpus de la narrativa griálica como así sucede en la historia de la perla relacionada con un joven pobre y harapiento que emprende una búsqueda, resultando ser muy similar a la figura del joven Percival quien es pobre y no posee nada.

En cuanto al arquetipo de la cumbre espiritual, una de las más representativas en Oriente es la montaña mística de Meru de los antiguos relatos budistas. Dicho sacro monte se nos presenta como una cumbre inaccesible rodeada por un océano con la figura enigmática del Pescador de Luz como guardián de la montaña que algunos equiparan al dios Vishnú y que posee similitudes con la figura del rico pescador y el castillo del Santo Grial.

Otro hecho curioso nos viene dado por el monasterio de Todajdshi, en Nara, Japón, donde se conserva un espejo de bronce en el que aparece la montaña de Meru rodeada por el mar. De tal manera, no debemos olvidar que el mismo Jesús nos presenta a sus apóstoles como pescadores de hombres (Marcos 1,17). Otro aspecto interesante son las distintas prácticas de meditación del budismo donde las copas de tipo griálico son de uso común (así se representa a la diosa tibetana Narokhachöma). También el Buda Vairocana de la perfección es similar a la figura de Cristo que se nos presenta como puente de unión de los planos inferior y superior, de la tierra y el cielo, de lo temporal y lo infinito. Al igual que la virgen celestial taoísta Kuan Ying se eleva desde el centro del loto, flor que simboliza el grado supremo de perfección como cuando Galahad, personaje emblemático griálico, logra presentarse ante el Santo Grial, punto culminante de la divinidad o de lo infinito.

Asimismo en el ámbito clásico greco-romano, mucho más propio de nuestra tradicional cultura occidental, tenemos la figura de la crátera que representa la matriz divina donde el demiurgo platónico mezcla los componentes primigenios de la creación cuya meta es alcanzar la irradiación de la luz espiritual que permita alumbrar a los auténticos buscadores de la sabiduría. Esta misma luz espiritual es la que porta Baco, el dios de la vida y de la resurrección que es ensalzado por Orfeo (Orfeo Bakkikos) y que al igual que Cristo penetró en los infiernos resurgiendo como figura crucificada representada bajo los auspicios de una aureola de estrellas que lo envuelven, que bien pueden ser las enigmáticas Pléyades. Sin olvidarnos de Ceres, la diosa de la fertilidad que es portadora de una antorcha y que con su luz alumbra o fecunda las tinieblas mediante esta luz procedente del sol, la luna y las estrellas. Vemos así como los orígenes y la evolución de la leyenda griálica son múltiples al mismo tiempo que surgen de ámbitos muy diversos y lejanos entre sí.

 EL GRIAL: ¿OBJETO O ESENCIA?

El Grial ha sido presentado en el transcurso del tiempo bajo diversas formas con anterioridad a que se le llegara a identificar con la imagen tradicional del Cáliz que contiene la Sangre de Cristo. Así, los cuatro objetos sagrados que portan distintas doncellas y pajes en la procesión del Grial de Percival de Chrétien de Troyes, parece ser que proceden de remotas fuentes celtas similares a los cuatro tesoros de los míticos Thuatha de Danaan irlandeses o britones, relacionados con el concepto sacro de la Tétrada que implica la individuación psicológica a través de la toma de conciencia frente a lo inconsciente; pudiéndolos agrupar en base a una génesis activa masculina (la sspada y la lanza) y otra pasiva femenina (la bandeja o el cáliz-caldero), donde el factor sangre como vehículo de la vida fluye de forma constante. Agrupando los distintos formatos que pueden llegar a definir el Santo Grial, tanto como objeto o esencia, encontramos el ya mencionado cáliz o recipiente sacro, la piedra sagrada, la alquimia iniciática y la gnosis filosófica.

El caldero antiguo más célebre es el relacionado con la diosa Ceridwen que dotaba de un conocimiento supremo al beber del brebaje que contenía, tal como le ocurrió a su sirviente Taliesín quien tras probarlo llega a transformarse en el primer bardo o poeta. En el mundo celta surgen diversos propietarios de los recipientes mágicos, entre ellos encontramos al dios Dagda y también a Bran el Bendito, reminiscencia de Bron o del Rey Pescador. Asimismo en el ámbito clásico griego se nos presenta el Vaso de Dionisos o Baco que es descrito según la cosmología órfica como centro y principio del universo. Este mismo concepto lo hallamos en los distintos grados de iniciación en los antiguos Misterios de Eleusis, donde el alma sumergida en el mundo material suele tender posteriormente a desprenderse de sus ataduras terrenales para poder acceder de nuevo a la esfera paradisíaca donde pueda alcanzar de nuevo la plenitud y la felicidad.

La piedra es otro de los objetos que se relacionan con el Grial ya que así lo explica Wolfram von Eschenbach en su obra Parzival, describiéndolo con la enigmática palabra lapsit exillas. Dicha sacra piedra es descrita como una joya desprendida de la frente de Lucifer, siendo en realidad una plasmación del concepto de la caída en la materia que sólo podrá elevarse o reintegrarse en el ámbito celestial a través de la búsqueda del Santo Grial. Otros autores relacionan dicho evento con la perla preciosa ubicada en la frente del dios hindú Shiva cuya piedra es conocida como Urna relacionada con el tercer ojo de la divinidad que permite alcanzar la perfección, el conocimiento y el discernimiento. En los escritos bíblicos la piedra viene relacionada con la roca sólida que al haber sido golpeada con la vara de Moisés, permitirá que las aguas de la abundancia manen para el pueblo israelita. Lo mismo ocurre con la Piedra Negra de la religión musulmana que se ubica en la Kaaba o casa cúbica de la Meca. Esa piedra también enlaza con el concepto del lapis philosophorumvinculada con la alquimia o Magna Obra.

En la alquimia medieval una de las claves vitales la encontramos en el recipiente hermético a través del cual los elementos inferiores de la materia (tierra, agua, aire) junto con el fuego –en este caso también aplicable al ser humano–, permiten la transformación de estos elementos naturales en manifestaciones superiores o etéricas. Otro concepto alquímico es la identificación con la figura de Mercurios o el niño divino cuyo nacimiento es una de las culminaciones de la Magna Obra para lograr el conocimiento, la sabiduría y la comunicación con la divinidad. Así la base del opus alquímico es la conciliación de los contrarios para alcanzar la armonía entre el cielo y la tierra tal como expresa el aforismo de las tablas de Hermes Trimegisto: “lo de arriba es como lo de abajo”. Por todo ello, varios estudiosos de la obra de Wolfram von Eschenbach argumentan que el Parzival conlleva una secreta descripción alquímica y astronómica, revestida externa y narrativamente por un ropaje exótico caballeresco, cuando el núcleo central de dicho relato encierra, en realidad, una auténtica gnosis alquímica.

Finalmente la gnosis forma implícitamente parte del Santo Grial ya que su mismo significado está relacionado con el conocimiento, procediendo de una antigua etimología de origen indoeuropeo surgida de la raíz jna que se halla presente en el sustantivo sánscrito jñâna. Así la riqueza interna de la gnosis viene a ser de forma rigurosa un camino de iniciación espiritual. Asimismo, también la gnosis al igual que el Santo Grial se suele expresar a través de un mito en el que se pone en marcha un extraordinario arsenal de recursos intelectuales y eruditos, todo ello regido por un sólido fondo de experiencia extática.

La gnosis permitía alcanzar la iluminación espiritual por la cual el ser humano podía liberarse de su prisión material para poder regresar al mundo celestial. Esta doctrina surgió como un auténtico sincretismo de antiguas enseñanzas caldeas, babilónicas, egipcias, hindúes, helénicas, iranianas, judeo-cristianas maniqueístas y mandeanas. Sus escritos y relatos son el fiel reflejo de un gran movimiento espiritual que llegó a estar extendido por los territorios de Mesopotamia, Siria, Palestina, Arabia, Egipto, Grecia, Italia, la Galia y el norte hispánico para desaparecer a finales de la Época Antigua, resurgiendo con el movimiento cátaro hasta su definitiva ocultación por razón de la cruzada albigense. El controvertido Bafomet templario es un postrer ejemplo de esta secreta enseñanza ya que puede considerarse como un auténtico bautismo desabiduría.

EL GRIAL Y LA FEMINIDAD

A través de las Cruzadas acaecidas en Tierra Santa y una vez superado el primer milenio, llega a Occidente el culto y devoción a la Virgen María de manera que empiezan a proliferar por Europa los santuarios dedicados a ella; de este modo las grandes abadías europeas, además de promocionar el culto a las reliquias de los santos, empiezan a competir entre sí en cuanto al esplendor de sus capillas marianas. Ello coincide también con el culto a la dama y la feminidad que empieza a expandirse a través de las Cortes de Amor de los trovadores desde el Languedoc hacia otros territorios europeos. De esta forma, lo femenino se ensalza como un ideal de logro místico y que es retomado tras el olvido o denegación que el intransigente cristianismo había implantado desde los inicios de la oscura Edad Media. Resurgen de nuevo los ancestrales cultos hacia la Diosa Madre nacidos en épocas pretéritas del Neolítico hasta alcanzar su pervivencia en las antiguas civilizaciones, cuya posterior refutación implicaría una defenestración de todo lo femenino en los inicios oscurantistas cristianos del extenso periodo medieval.

Así María, considerada como Theotokos o Portadora del Hijo de Dios, se nos aparece como el recipiente destinado a contener el espíritu divino que se hace carne visible. El Grial equivale así al vientre de María, como morada y símbolo de plenitud de la divinidad. En las letanías medievales del Santuario de Loreto se describe a la Virgen como vaso espiritualvaso honorífico y vaso insigne de devoción. María aparece como asiento de sabiduría, vaso sacro y estrella de mar, siendo su signo supremo la rosa; un derivado de ello lo encontramos en el rosario compuesto de cinco decenas repetidas tres veces ya que el cinco era el número de la devoción mariana, al mismo tiempo que la rosa se representaba con cinco pétalos. También para los trovadores, la imagen del jardín de rosas, era el lugar escogido por la dama para aguardar la llegada del amante. Incluso el mismo Dante y los Fideli d´Amore recogen la misma idea para convertir a la rosa como imagen de la revelación final del paraíso.

En términos psicológicos y simbólicos el recipiente se equipara tanto como matriz de la vida como receptáculo donde se desarrolla el incesante ciclo de muerte y resurrección. Así vemos como dos elementos primordiales del arquetipo griálico corresponden al cáliz y la sspada sangrante que constituyen símbolos de carácter sexual que representan los principios femenino y masculino que, al unirse, permiten superar el reino yermo y estéril para alcanzar la plenitud de paraíso. El Grial también se nos aparece como matriz o útero de la diosa madre tierra ligado al ciclo de la menstruación. Así en la India, la diosa Kali invita a los iniciados en sus misterios a bañarse en su flujo para que puedan ascender al paraíso. En los antiguos misterios griegos también el flujo menstrual era considerado como un auténtico vino rojo sobrenatural. Asimismo, en la mitología nórdica el dios Thor alcanza el conocimiento al bañarse en la menstruación de las matriarcas primordiales.

En las corrientes gnósticas encontramos a la gran Madre Sofia bajo el símbolo de la paloma sagrada. En la Cábala judía aparece denominada con el epíteto de la Shekiná de Dios. En las tradiciones herméticas se considera a Sofía como la esencia femenina del mismo Dios. Antes de la aparición del Islam, en la Meca se había adorado a la diosa Saba y posteriormente, la hija de Mahoma, Fátima conocida como la creadora sufre la misma transformación que María y Sofía. En el cristianismo apócrifo y gnóstico, que permitía participar a la mujer como oficiante en los ritos y ceremonias, se nos aparece la controvertida figura de María Magdalena quien asume ser la auténtica depositaria de los secretos místicos celestiales de modo que llega a ser considerada como apóstol de los apóstoles hecho que va a conllevar el rechazo por parte de la ortodoxia al defenestrarla como cruel prototipo de la ramera redimida. Aunque más chocante resulta ser el apreciado culto que tuvo María Magdalena en importantes abadías y santuarios cristianos, sin olvidarnos de la enigmática leyenda de las Santas Marías de la Mar en pleno corazón de la Camarga francesa que esconde el verdadero arquetipo de la Triple Diosa Madre. La Virgen es, en definitiva, dentro del cristianismo la auténtica madre universal a través de la cual se adquiere el sentir religioso y transcendental.

En la Alquimia también aparece la tradición mariana ya que Fulcanelli nos dice a propósito sobre la advocación a Nuestra Señora: “Así, la Catedral se nos presenta fundada en la ciencia alquímica, investigadora de las transformaciones de la sustancia original, de la Materia elemental (lat., materia; raíz mater, madre). Pues la Virgen-Madre, despojada de su velo simbólico, no es más que la personificación de la sustancia primitiva que empleó, para realizar sus designios, el Principio creador de todo lo que existe. Tal es el sentido, por lo demás luminosísimo, de la singular epístola que se lee en la misa de la Inmaculada Concepción de la Virgen…”.

Así la Virgen-Madre, en cuanto materia y matriz se identifica con el ciclo de la naturaleza de la que surgirá el elemento salvador paralelamente a como nace y crece de forma progresiva el Sol tras el solsticio invernal. Todo ello enlaza con el mito griálico como portador de las claves ocultas de la tradición espiritual universal a través de los conceptos alquímicos.

Es curioso apreciar cómo los cuatro grandes movimientos sapienciales del siglo XIII: La Orden del Temple, el Mito del Grial y la Erótica cortés, el incipiente Catarismo y el culto a las Vírgenes Negras se desarrollan y aparecen entre los años 1100 y 1300, en un corto espacio de tiempo que dura doscientos años para, finalmente, caer de nuevo en un olvido que pretende defenestrar de nuevo los valores del mundo femenino. De tal manera, estos cuatro grandes movimientos medievales permitieron la recuperación del culto ancestral a la feminidad ya que surgen como un nutriente metafísico que posibilitó regenerar la plena condición humana que abarca de forma indistinta tanto lo masculino como lo femenino. Los períodos más fructíferos para la humanidad, asientan los historiadores, son aquellos en los que aparece un perfecto equilibrio entre hombres y mujeres ya que les permite alcanzar su cenit más transcendental.

EMISARIOS Y PORTADORES

La figura de los emisarios o portadores del Santo Grial son de diversa índole y comportan diversas características. En el ámbito judío uno de los personajes más antiguos y enigmáticos resulta ser la figura de Melquisedec del cual San Pablo dijo: “carece de padre, madre y de genealogía (ya que) sus días no tuvieron comienzo y su vida no tendrá final; a semejanza del Hijo de Dios, seguirá siendo sacerdote eternamente” (Hebreos, 7:3). Es muy remarcable que en el mismo texto se menciona a Cristo como “sacerdote sucesor de Melquisedec”. Asimismo es reseñable la imagen o escena que religa a Melquisedec con Abraham, padre de las tres religiones monoteístas. Así Melquisedec es representado dentro de la iconografía portando o sosteniendo una copa en cuyo interior hay una piedra, alegoría muy apropiada y relacionada con el Santo Grial.

Otra figura emblemática del Santo Grial se nos aparece a través de José de Arimatea que al igual que Nicodemo asisten a Jesús en su entierro, conservando su sangre y sudor en recipientes sacros, tal como lo describen los evangelios apócrifos, para huir posteriormente a la antigua Britania. Así, todavía hoy encontramos la figura de José de Arimatea en una curiosa vidriera de la iglesia de Langport, en las cercanías de la Abadía de Glastonbury en Inglaterra, cuya fundación está relacionada con José de Arimatea, con los dos frascos que contienen la sangre y el sudor de Cristo. Esta vidriera viene a ser una representación única e inédita en una iglesia de la figura de José de Arimatea con el símbolo propio del Santo Grial. Posteriormente Josefo, hijo de José de Arimatea, es descrito en los relatos arturianos entregando el Santo Grial al rey celta pagano Alain quien al convertirse a la religión cristiana pasará a ser el tercer guardián del Santo Grial en la leyenda celta cristianizada.

Otro de los personajes genéricos e importantes en las obras griálicas de los autores del siglo XII es la doncella, la cual participa en el cortejo del Grial como portadora de la santa reliquia. Este protagonismo conlleva la exaltación de lo femenino, de la mujer o mejor dicho, de la dama la cual pasa a un primer plano a través del surgimiento del amor cortés y el redescubrimiento de la sensibilidad femenina.

Una psicología de la feminidad empieza a esbozarse a través de la consideración masculina que otorga a la dama una importancia hasta entonces jamás lograda. Así las figuras femeninas aparecen inicialmente por doquier en el mundo griálico y artúrico medieval siendo los máximos exponentes de esta naciente concepción poética. Por desgracia, este espíritu inicial y libre de claro origen provenzal o meridional, se verá sustituido a partir del siguiente siglo XIII por un recatado espíritu cisterciense que impone su particular sello en la gesta griálica donde, de nuevo, la mujer aparece ligada al mistagógico concepto del pecado. Así, tanto Lanzarote como Gawain presentados como caballeros mundanales en sus relaciones con el mundo que ensalza a la doncella, pasarán a ser sustituidos por el caballero Galahad o Galaz en las posteriores obras de la Queste y del Romande l´Estoire du Graal donde los portadores de la reliquia ya no son doncellas sino muchachos o algún sacerdote.

La siguiente figura emblemática que aparece como portadora de la santa reliquia es la ya mencionada Virgen María la cual, tal como hemos descrito con anterioridad, de por sí proyecta, sin ningún lugar a dudas, la perfecta imagen del vas electum o vaso elegido, siendo ella realmente un recipiente vivo cuya auténtica misión es portar en su interior al niño divino, símbolo que se interrelaciona con el recipiente hermético y alquímico del atanor que viene a ser el núcleo y centro simbólico de la purificación de la materia. Así en este recipiente griálico, la realidad transcendental se transmuta en sabiduría salvadora a cuya búsqueda parten los distintos caballeros andantes de los relatos de la novela griálica. Por tanto, esta imagen femenina sagrada ha sido desde siempre la contenedora de ese camino sapiencial en pos del cual, se ha movido siempre la humanidad.

Para finalizar, otra imagen muy interesante respecto a hipotéticos personajes, que a veces se nos muestran como arquetípicos, la hallamos en la representación de las figuras de Sinagoga y Ecclesia. Ambas surgen como perfecto retrato del distanciamiento surgido entre las corrientes judías y el cristianismo a partir del siglo I de nuestra era. Sinagoga suele representarse con los ojos vendados ya que es incapaz de vislumbrar la revelación del mensaje de Cristo, portando fehacientemente en sus manos los nefastos instrumentos de la crucifixión que fue inflingida a Jesucristo. Por el contrario, Eclessia se nos muestra como portadora del Santo Cáliz en la celebración de la eucaristía, símbolo sacramental de la vida eterna que otorga la sangre derramada por el Cristo, siendo así una plasmación de la imagen transcendental del Santo Grial.

LA MISIÓN O EL VIAJE DEL HÉROE

La búsqueda del Grial se nos presenta en la mayoría de los relatos medievales como un viaje o una misión que el héroe protagonista debe realizar ya que le permitirá alcanzar tan preciada reliquia como arquetipo de la iluminación o la vida eterna. Estos caballeros andantes de la corte arturiana y de la Mesa Redonda que aparecen a centenares en estos relatos caballerescos son definidos como valerosos, extraordinarios, celosos de su cometido transitando por el vasto mundo con su noble ideal de justicia y honor ante los males terrenales, encarnando numerosas virtudes y, al mismo tiempo, algún que otro defecto. Al final, en esta incesante búsqueda del Grial sólo tres de los múltiples caballeros que antaño partieron del malogrado círculo arturiano alcanzarán a visionar la santa reliquia: Galahad, Bors y Percival. Cada uno experimentará este hecho bajo una forma distinta y personal ya que en realidad son tres maneras distintas de acercarse al misterio griálico.

La caracterización de estos tres personajes: Percival, Bors y Galahad aportan al modelo literario del caballero medieval una visión escatológica que conlleva la promesa de la vida celestial. Al principio el héroe mitológico parte de la cabaña o castillo de su vida cotidiana para adentrarse inocentemente en el umbral de la aventura. Desde este instante se topa con la presencia sombría que guarda la entrada. Más allá de dicho umbral irá pasando a través de experiencias que unas veces lo amenazan al mismo tiempo que lo prueban severamente, y otras, por el contrario, lo ayudan de forma fehaciente. El logro de su triunfo final acarrea a veces el premio del matrimonio sagrado o la apoteosis de su propia divinización que conlleva una expansión en su propia conciencia o transfiguración. Si los poderes bendicen al héroe éste puede regresar con un don o especie de elixir que podrá entregar al mundo cotidiano. El arquetipo propio de la figura del héroe marca la misión o el camino interno que debe adentrarse inicialmente en su propia ignorancia o mundo de sombras para viajar hacia el mundo de la plenitud o sabiduría donde logrará alcanzar el conocimiento absoluto.

Percival conocido también como Parsifal o Peredur es el prototipo diáfano del hombre corriente en busca del misterio de lo transcendental. El Percival de Chrétien de Troyes o el Parsifal de Wolfram von Eschenbach adquiere importancia y consistencia ya que es el prototipo del caballero persistente en la búsqueda del Grial a pesar de sus errores y defectos. El Peredur galés representa su aspecto más arcaico y pagano procedente de los lejanos territorios insulares. Al principio su propia desconfianza y titubeo le impiden alcanzar la comprensión de los misterios que abarcan su propia aventura. Así muchas veces el ser humano queda absorbido por la oscuridad de sus propias proyecciones negativas personales que lo alejan de toda lucidez de la conciencia. Pero, al final, Percival, gracias a su coraje y persistencia, logrará alcanzar una iluminación comprometida que no persigue apartarse de la vida mundanal sino traer el misterio supremo para toda la humanidad.

Según los relatos arturianos, Bors, también llamado Boores o Bohort, tal como hemos comentado, es uno de los tres caballeros que llegan a alcanzar el Santo Grial que se halla custodiado en el castillo de Corbinec o en la isla de Sarras. Al mismo tiempo también el caballero Bors llegará a ser el único de entre los tres anteriormente mencionados que alcanza a regresar a Camelot, el castillo del rey Arturo, pudiendo así narrar las distintas aventuras que llegó a vivir, afirmándose asimismo también bajo supuesto relato legendario, que fue quien pudo transmitir la historia del Santo Grial a Hug de Payns, el primer gran maestre de la Orden del Temple.

Galahad, conocido también como Galaz o Gualchavad es el caballero predestinado ya que encarna al vencedor desde el principio. Su vida oscila entre el mundo terrenal y el mundo divino ya que actúa como catalizador o puente entre la vida terrenal y el más allá. Es el único caballero capaz de sentarse en el asiento peligroso de la Tabla Redonda arturiana y salir airoso superanado la prueba. Galahad, es el prototipo del caballero noble y puro, al mismo tiempo que encarna el símbolo del hombre que alcanza a transformarse en Cristo, en definitiva del que llega a regenerarse partiendo inicialmente como hombre viejopara alcanzar el estado del hombre nuevo. Galahad sólo existe por y para el Santo Grial ya que cuando la santa reliquia retorna al mundo celestial el caballero parte tras ella para obtener el éxtasis o revelación final de la vida en el más allá.

EL GRIAL O LA BÚSQUEDA DE LA ETERNIDAD

Dentro de nuestro momento actual, en pleno tránsito entre los siglos XX y XXI y a las mismas puertas de un nuevo Milenio, es lícito afirmar que el mito del Santo Grial posee auténticamente un transfondo viviente y misterioso ya que su significado y contenido, todavía hoy, permanece ignorado o velado. A lo largo de estos últimos ocho siglos ha atraído a una múltiple variedad de escritores, artistas, músicos, etc… Y aunque, de una forma genérica, para nuestros antepasados medievales que asistieron al nacimiento de la leyenda y que intentaron llegar a su esencia espiritual e intangible, sea muy distinta a nuestro interés actual que se halla imbuido por un prisma primordialmente materialista; el Grial es una imagen cautivadora y enigmática que supera los límites de la ficción ya que su esencia nos conecta con los más altos ideales del ser humano y surge de las tradiciones más ancestrales de la humanidad.

Queramos o no, en realidad, el Mito del Grial forma parte de nosotros mismos. De tal forma, es correcto afirmar que el deseo de penetrar en el misterio griálico es, en realidad, el ansia de penetrar o alcanzar nuestra verdadera esencia. Tal vez, haya que entender que la respuesta ha de buscarse en nuestro propio ser interior, de forma que, la razón de la búsqueda tiene que ser la necesidad de identificar el ser interno con el logro final. Sólo logrará acceder al sacro concepto griálico aquel que consiga superar sus propias deficiencias espirituales al experimentar y revivir, de forma humilde, las carencias y limitaciones en el mundo material. El vaso o la santa reliquia es, en realidad, un recipiente de compasión que permite alcanzar la plenitud al ser humano. Es lo que ocurre con Percival quien no llega a formular la famosa pregunta: “¿A quien sirve el Grial?”, porque de manera inocente no cree que sea una responsabilidad suya, cuando en realidad, viene a serlo de cualquier ser humano que quiera alcanzar el misterio del Edén o del paraíso perdido. El buscador del Grial debe darse cuenta que él mismo debe identificarse con el camino a realizar ya que se trata de una experiencia directa con lo transcendental.

El círculo o centro es el punto de la búsqueda que también puede identificarse con la circunferencia. Así Arnau de Vilanova, el filósofo y alquimista valenciano, nos viene a decir lo siguiente: “Traza un círculo redondo y tendrás la Piedra filosofal”. El Grial siempre se sitúa en el centro, tanto si se presenta bajo un formato simbólico alquímico, como bajo la materialidad de un recipiente, copa o reliquia, ya que la idea del centro siempre es permanente en dicho mito. También Dante Alighieri, tal como habíamos comentado, nos presenta el Grial como la búsqueda de la Rosa Blanca que es el simbolismo apropiado del paraíso al que se logra acceder a través del Círculo de las almas bienaventuradas. Así la rosa se nos presenta como una copa que simboliza la perfección griálica a la que aspiraban los caballeros que emprendían la misión de la santa búsqueda.

El axis mundi es un rasgo presente en casi todas las cosmologías. Dicho punto o espacio sacro es similar al concepto del ombligo como punto inicial de partida del mundo. Generalmente, se le considera el centro de la tierra, el lugar donde la Tierra se junta con el Cielo, el Paraíso o el más allá. Es el umbral entre los mundos terrenal y celestial y asimismo es fuente de fertilidad, abundancia y vida. Las distintas montañas sagradas que encontramos en múltiples culturas humanas encarnan con precisión dicho arquetipo. El propio Grial viene a ser en realidad una manifestación del axis mundi. Es el punto radial desde el cual quedan determinadas todas las direcciones. Lo cual también se aplica al tiempo, pues como todas las direcciones parten de ese punto, todos los tiempos se dan en el centro a la vez.

El mito de una Edad de Oro, con un paraíso terrenal donde todos alcanzan a vivir en armonía con sus semejantes y con la propia Naturaleza y el Cosmos, aparece en casi todas las culturas del mundo. La necesidad imperativa de volver a alcanzar esta vivencia sacrosanta puede considerarse uno de los anhelos perennes del ser humano ya que todos los pueblos recuerdan a través de sus mitos y leyendas que existió alguna vez. Así todos estos relatos nos hablan de un tiempo en que los seres humanos alcanzaron la armonía, la paz y la claridad del espíritu que llegó a impregnar en todas las cosas. Es una de las razones por la que el mito del Grial ha mantenido su fuerza, dado que afecta a una memoria colectiva e inconsciente de aquella Edad de Oro de la que nos hablan la mayoría de las tradiciones ancestrales. Así lograr la presencia ante el Santo Grial es, en realidad, alcanzar el centro vital de la búsqueda de la divinidad en lo Infinito.

BIBLIOGRAFIA

EL SANTO GRIAL: HISTORIA DE UNA LEYENDA Richard Barber, La Liebre de Marzo, S.L. Barcelona, 2007

LA LEYENDA DEL GRIAL Emma Jung y Marie-Louise von Franz, Editorial Kairós, S.A. Barcelona, 1999

EL MISTERIO DEL GRIAL Julius Evola, José J. de Olañeta, Editor. Palma de Mallorca, 2001

LA BÚSQUEDA DEL GRIAL Joan Ramón Resina, Editorial Antropos, S.C.L. Barcelona, 1988

CANTOS DEL DESPERTAR Claudio Naranjo, Ediciones La Llave, D.H. Vitoria-Gasteiz, 2008

LA NOVELA ARTÚRICA Victoria Cirlot. Montesinos, Biblioteca de Divulgación Temática. Barcelona, 1995

EN BUSCA DEL SANTO GRIAL Graham Philllips, Edhasa. Barcelona, 1996

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